RECUERDOS DEL VIAJE A INDIA





















Después de volver de India reaparecen pensamientos libres por mi cabeza, buscando recuerdos como quien busca lealtad por las calles de la memoria, esas mismas calles que mi recorrido desde Nueva Delhi hasta Visakapartnam me han permitido compensar el peso de la mochila.
Hay un antes y un después en un viaje así. Lo primero que aprecio es que los recuerdos insustanciales ya ni figuran, otras veces vuelven los dañinos que viajan cerca, me acompañan o se quedan temporadas largas e incómodas, en tercer lugar siempre están los destinos que creía olvidados. Es difícil de entender por qué me acuerdo tan de cerca de aquellos días del mes de enero en Nueva Delhi y por otro lado, menos mal; olvido fácilmente lo decepcionante que resultó aquí esta semana del 5 marzo, tan generosa en expectativas y luego tan sin sentido por las respuestas que recibí. Otras veces como ahora, hasta llego a distraerme en lo que escribo o lo que intento trasmitir en realidad. Al momento tomo ritmo y traduzco que la intención vuelve a ser reforzar la memoria de mis vivencias y es por eso que con los años mi satisfacción por la fotografía sigue aumentando.
He comprobado que si estoy tiempo sin crear, vuelven los recuerdos SPAM que en automático rechazo, y es en esos momentos cuando recupero documentos valiosos, los mejores los conservo, los otros son difíciles de recuperar, ni tampoco me interesan.
No recuerdo Agra, pero si Gopalpur (otra réplica). Recuperé rápido los 6 días de jet-lag, aunque de ese capítulo aun tengo algunas lagunas. Después la llegada a Calcuta. No hice la foto por lo que no recuerdo la primera imagen que percibí, y ese recuerdo lo quiero recuperar, no puedo, pero ¿a quién le importa eso? Si que recuerdo que no olvidaré la calle de entrada a la Casa de la Madre Teresa y ese Cartel que dice: "LA PAZ COMIENZA CON UNA SONRISA".























También recuerdo la primera vez que escuché en el Mercado de Calcuta la cantante Meera o las dos copas de vino que tomé en el vuelo con Vicky. Tengo presentes las búsquedas de cada uno: nuevas experiencias y hasta la búsqueda desesperada de uno mismo o de la paz interior. Luego, casi sin despedidas continúe mi viaje y otra vez, a partir de ahí, recuerdo mejor cada vivencia gracias a las fotos que iba haciendo.























Estos días leyendo la novela de Dominique Lapierre vienen los recuerdos de Calcuta cara a cara. 
Me cuesta entender porqué recuerdo aquel hotel en Gopalpur en el que ni llegué a alojarme, y sin embargo me olvido del Hotel Shanti en Puri. Por qué recuerdo el Templo del Sol, pero no el de Dakshineswar, o los colores de los Saris, pero no los de la bandera de India. Si que recuerdo tanta amabilidad y tampoco dejo de asombrarme por que aun seis cientos millomes (600 millones) de indios no tienen agua en sus casas, ni educación para sus hijos, pero pese a  eso, cuanto más humildes son más se ayudan.






















Por eso pienso que los recuerdos no aparecen en función de su importancia, ni tampoco en función del tiempo transcurrido. No son manchas, ni huellas que llegarán a ser tan profundas como las plantas de los pies descalzos que tiran de los rickshaws en Calcuta.